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viernes, 22 de abril de 2011

Una mirada hecha de guiños.

Se me están congelando los sentidos de tanto quemarme. Se me pudren las entrañas, me quedo con el agua hasta el cuello, intento no caer. Me tropiezo. Vuelvo la vista atrás. Me mareo. Y nada es suficiente. Nada en comparación con lo que podría ser... y trato de evitar lo inevitable, pero lo inevitable lo es por algo. Se me encoge el alma hasta hacerse pequeña, casi imperceptible, la intento desenvolver de su pequeño caparazón contra el mundo, pero cuanto más la toco más se aprieta contra sí misma y me rehúye, me echa hacia un lado y me gira la cara. Lo único que puedo hacer es esperar, acariciarla desde lejos, intentar calmarla. Porque conozco su estado, conozco esa sensación de angustia que la acorrala y la hace gritar. Reconozco los mares salados que se escurren por su cuerpo, reconozco su olor, su piel humedecida, porque todo eso también es mío. Y sé que hasta que no destroce algo no se va a ir, que hasta que no explote y se quede patas arriba, hasta que no se estruje y exprima y no le quede nada más, no estará tranquila. El dolor no se irá. Ni yo podré dormir tranquila, una noche más, y otra más, y otra más...

http://www.youtube.com/watch?v=V35LHkgeZpY

¿Qué voy a enseñarle a unos ojos que no ven, que no ven..?

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