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lunes, 23 de julio de 2012

Laisse Saigner.

Tenía las manos incandescendes, en ascuas, y los puños sedados para que no pudiesen arder. Le dijeron que así nadie se contaminaría con su fuerza ni acabaría herido. Le dijeron que de esta forma, a su vez, se acelerarían los días, se despejarían las dudas, se entendería a sí mismo. Tantas cosas le dijeron... Le hablaban de curas inexistentes, envueltas en plata y buenas palabras. Envueltas en él, en su carne de cañón y sus noches incompletas.
Y yo le pedía: ''enrédate con mis horas como una hiedra que trepa y me atrapa, enrédate para que las ausencias no se me amontonen sobre los ojos. ¿No los ves dilatarse, amor? Para que su locura no nos toque. Y lléname de prosa, prosa pa'aliviar el dolor y darle algún sentido. Prosa en la que aullar en silencio tus miserias, que mías son, y envolverlas con un manto tenue de tranquilidad.''

Paz, paz, paz... alíviate conmigo.

jueves, 5 de julio de 2012

''Casi''

''Tropiezo, despego, la música puede conmigo. Joder lo que me duele sentirte así. Deja de acercarte como si no te importase. Deja de esquivar cada estrella para terminar todas las noches aquí. Nada me va a curar...''

Nunca mezcla la música con la soledad porque la asusta. La aterra la ocuridad sin nadie con quien compartirla y que los sentidos se agudicen con cada palabra y forma de pensar. Se sumerge en un ritmo frenético y constante de personas que la saquen de la rutina, para no romperse al momento. Para no estallar. Acumulandose día a día.