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martes, 31 de mayo de 2011

Ella.

Soledad. Que se deshace entre mis dedos pero no me deja marchar. La miro mientras se desnuda frente a mí, absorta en sus pensamientos, tan efímeros; deja caer capas y capas de su disfráz, que la acaricia al compás de sus movimientos, que en nada se asemeja a ella, tan bella, tan fuerte y duradera. Con esa mirada cansada suya que no me deja vivir. Me invade por los rincones lentamente, serena y paciente, olvidada del mundo, y se instala en mis recovecos sin saberlo siquiera. O quizá si lo sepa, quién sabe. Deja que su pelo caiga en cascadas sobre su espalda y sus senos, al tiempo que se agacha y, tal vez arrepentida, con un suspuro se vuelve a levantar. Y me sonríe, tranquila y segura, con esa sonrisa suya que no me deja estar. Con esa que hace tanto tiempo me magnetizó y me tiene atrapado en su vaivén de sensaciones. ¿Quién querría salir de aquí? De ese murmullo tan eficáz que es ella, sus movimientos de labios cuando no dice nada, sus uñas malpintadas, toda su piel.

lunes, 23 de mayo de 2011

En ruinas como en Roma.

Like Crema :)
Y con poco que añadir en este inmenso caos que me embriaga. Dentro de poco empezarán a moverse las ramas grises, batidas por el viento, fuertes y listas para servir en este extraño plato de oscuridad, con salsa de estrellas y búhos a medianoche. Saldrán las brujas, barrerán el cielo con sus escobas y confundirán sus risas con el aleteo rápido de cualquier pájaro. Locas entre tanto descontrol, sedientas de mucho más.

No estoy sobrio.

sábado, 21 de mayo de 2011

Un clavo no saca otro clavo, sólo hace el agujero más grande.

Se le salía el corazón por la boca. Las palabras se atrancaban porque eran demasiado débiles, se estaban hartando de finguir, el mundo había dejado de dar vueltas hacía ya un tiempo. Nada hasta el momento la había desconcertado tanto. ¿Por qué huir? ¿A dónde? Si nada podía aplastarla ya más. Los segundos inertes acumulados en su memoria formaban imágenes que se debatían por salir a flote, empujados hacia arriba por esa marea de lágrimas insaciables, interminables.
''No puedo verte entre tanta agua, no puedo respirar sin ahogarme''. Y seguía ocurriendo, una y otra vez, cada noche, daba igual que se notase o no, por dentro todo la quemaba, todo la repelía, una mirada, un roce de manos, abrir los ojos cada mañana casi la hacía vomitar. Los días eran copias unos de otros, la fotocopiadora universal se había propuesto que así fuese, y copiaba e imprimía todo aquello que ella no quería volver a ver. Todo lo que la hundía en el barro hasta las rodillas y la manchaba de recuerdos. Estaba atascada en ese ''podría'', en esa condicional que quería pero que no podía ser. Estúpidos verbos. Le pegó una patada a la mesa y calló de lleno al suelo, con todo lo que tenía encima. La rabia dio lugar a los gritos, que se acumularon en la almohada haciéndose cada vez más pesados.
Cada noche, aquel montón le doblaba el cuello y no la dejaba dormir, se levantaba con dolor y tenía que limpiar la amohada como si fuese un paño húmedo. Aquel enorme monstruo de los recuerdos se abalanzaba sobre ella y le apretaba el pecho, con fuerza, aplastandola hasta el fondo del colchón, retorciendo sus sábanas. Nada podía pararlo. Y así seguiría, durante mucho tiempo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Heart.

Ojos que hablan por sí solos entre tanto griterío. Mi corazón se desvanece como el humo entre la gente y va de boca en boca buscando algo que decir, se escabulle por todo recoveco que vea y apenas está ya se ha ido. Ese que se vuelve loco a cada pálpito y sube y baja y nadie lo ve. Huye de la realidad, nada lo sacia, siempre busca algo más, ese sabor que lo haga levitar, algo de aire fresco para desnudarse al viento y dejarse acariciar, para pisar el frío suelo y embriagarse de felicidad. Ebrio y sobrio al mismo tiempo, a ratos atado a alguna idea pasajera que dejará ese regusto amargo en el paladar...
Se deja caer, sabe que nada lo sostiene, pero le da igual...

jueves, 12 de mayo de 2011

Abandonado.

Como las luces en septiembre, que vienen y van. Como las olas y mis ideas que se escurren entre ellas y patalean sobre el agua helada que lo baña todo.
Un tal vez. Efímero y neutral, sus pasos sobre la arena, ron en la sangre, bombeo de alochol por todo el cuerpo, levitaba, silbaba, escuchaba desde su eco lejano llegar al mundo, seguirlo al compás. Nada que hacer, nada que aguardar, tan sólo seguir caminando, deslizándose entre el viento, dejándo que sus dedos acariciasen hasta lo menos importante, dejando que ocurriese, dejándolo pasar. Y nada, las olas siguen, se esfuman, vuelven a aparecer, y así seguirán cuando él no esté, cuando camine tan lejos se pierda a la vista y deje de recordar como era sentarse a respirar. Y deje de recordar toda esa fugacidad que lo inundaba.
Simple y eficáz...