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martes, 26 de abril de 2011

Rare.

Hoy no. Pero quizá mañana, quizá algún día.. las noches fluyan y las tuyas se acompasen a mi ritmo, se dejen llevar por una vez. Quizá mis ojos dejen de hablar solos, las calles despierten de su dormir a medias, el mudo avance de nuevo. Para entonces el viento habrá aprendido a enredarse con mi pelo, con mis pulmones, a deslizárse por mis oídos y por mi tráquea, hasta llegar a los más profundo de mí, hasta alcanzarme. Y lo dejaré avanzar, sin prisas, sin pausas, sin frenos, mientras me llena con su sonrisa tenue, con sus olores, en este vacío que amenaza con apoderarse de mi. Y de tí al fin y al cabo, por ser tan cabezota, por haberme abierto el pecho y haberte instalado en mi guarida, en ese refugio que era sólo mio, inquebrantable, ese que tu destrozaste con tanta facilidad para tirar las cosas por los rincones y olvidarte de que te las dejabas conmigo. Ahora es tarde, las puertas se cierran, el alma me sirve de camuflaje, como dice la canción, y quizá, sólo quizá, con un poco de suerte consiga avanzar, dejarme llevar, respirar, y un monton de verbos que terminan en -ar.

viernes, 22 de abril de 2011

Una mirada hecha de guiños.

Se me están congelando los sentidos de tanto quemarme. Se me pudren las entrañas, me quedo con el agua hasta el cuello, intento no caer. Me tropiezo. Vuelvo la vista atrás. Me mareo. Y nada es suficiente. Nada en comparación con lo que podría ser... y trato de evitar lo inevitable, pero lo inevitable lo es por algo. Se me encoge el alma hasta hacerse pequeña, casi imperceptible, la intento desenvolver de su pequeño caparazón contra el mundo, pero cuanto más la toco más se aprieta contra sí misma y me rehúye, me echa hacia un lado y me gira la cara. Lo único que puedo hacer es esperar, acariciarla desde lejos, intentar calmarla. Porque conozco su estado, conozco esa sensación de angustia que la acorrala y la hace gritar. Reconozco los mares salados que se escurren por su cuerpo, reconozco su olor, su piel humedecida, porque todo eso también es mío. Y sé que hasta que no destroce algo no se va a ir, que hasta que no explote y se quede patas arriba, hasta que no se estruje y exprima y no le quede nada más, no estará tranquila. El dolor no se irá. Ni yo podré dormir tranquila, una noche más, y otra más, y otra más...

http://www.youtube.com/watch?v=V35LHkgeZpY

¿Qué voy a enseñarle a unos ojos que no ven, que no ven..?

miércoles, 13 de abril de 2011

Pero.

¿Sabes? Podría arruinarme, podría tirarlo todo por la borda y echarlo a perder, si total, tú no me das razones para seguir. Podría no mirar todo lo que me dejo atrás y dar el paso, empezar a olvidarte, empezar que siempre es la parte más difícil, si total, te empeñas en buscarme ese punto flojo que me haga cojear y no te das cuenta de que si no cojeo es por tí, ¿por qué te empeñas en hacerme caer? ¿Tantas ganas tienes de verme llorar? También podría decírtelo sin más, hacerte ver que me da lo mismo como termines y acabar con el corazón hundido hasta el estómago, si total... PERO, y esto es importante ya que siempre hay un PERO, la pena que me da dejarlo todo por mi orgullo es demasiado grande. A pesar de que se que al final lo superaría, de que tú también lo superarías. A pesar de que me costaría horrores, siempre habría un final. Pero no, hoy no, hoy quiero seguir luchando, que al fin y al cabo es lo que me queda. Hoy al menos quiero intentarlo.

lunes, 11 de abril de 2011

Distancia.

Y de tu boca salió un quizá, una esperanza tan efímera que  se desvanece con apenas rozarla. Mil dudas, mil historias. Ninguna que importe. Y ahí estaba yo, ahuyentando las horas que no dejaban de pasar. Para mí el tiempo no existía en aquel instante, tan sólo veía lo que a mis ojos les gustaba observar, analizando cada detalle, cada movimiento, estudiando todos tus gestos y contando los segundos que pasaban entre suspiro y suspiro. Tus respiración me animaba a seguir. Era como una carrera que en secreto ambos manteníamos, cómplices de algo que ninguno de los dos había dicho en voz alta. Pero lo dejábamos estar, sin preocupaciones ni prisas, con esa lentitud tenue que te caracterizaba, alargando cada momento tanto como se te antojara. El aire frágil se colaba por mis pulmones y cariciaba mis sentidos, los mecía al compás del tiempo que poco a pocos nos abandonaba. Y seguíamos a distancia, una distancia muy corta, prudente, que casi ni existía, pero que ahí estaba, separando tus recursos de los míos. Era lo único permanente en aquella situación, los que nos impedía acercarnos un poco más. Como si aunque fuese tan pequeña, tuviese toda la fuerza que a nosotros nos faltaba y se mentuviese firme, como una roca fina y afilada. Casi la podía palpar, siempre había estado ahí, controlando la situación, volviéndonos locos. Y en el momento en que intentaba traspasarla, me empujaba hacia atrás, te alejaba con su fuerza y nos separaba de nuevo, esta vez a más distancia que antes. Y siempre, poco a poco, casi con miedo, nos acercábamos de nuevo a ese punto en blanco en el que nos habíamos acostumbrado a estar. Pero nos quedábamos ahí, quietos, casi con sigilo, esperando a que el otro hiciese algo. Pero ese algo nunca llegaba. Y así podríamos haber seguido siempre, sin traspasar esa barrera vacía, esa barrera en la que creíamos que había un precipicio que tendríamos que llenar con palabras. Pero las palabras no eran nuestro fuerte. Escaseaban en nuestras interminables conversaciones de silencios. Pero eran silencios que nos encantaban, que encerraban todo lo que no decíamos, porque no hacía falta decirlo. Esos silencios que no podría caber en el vacío, que no podrían.

domingo, 10 de abril de 2011

Nosotros.

Y parece que fue ayer cuando, desconsolados, nos moríamos de ganas por vernos. Destrozarnos las entrañas a cada mordisco, querernos hasta que el corazón dijera basta, hasta que se nos cerrasen los ojos y nos dejasemos caer una vez más. Pero no, nada de lo que esperábamos, nada de lo que nos contaron que iba a ser. Ninguno había sentido nada así nunca antes, pero fue demasiado grande, demasiado alto, veíamos el mundo sobre el aguacero de las nubes, y nos daba igual. Nos reíamos de los gatos famélicos que se paseaban por sus tejados con la cabeza alta, con el rabo estirado, intentando aparentar algo tras esos bigotes quebradizos. Nos reíamos de ellos que intentaban buscar algo que llevarse a la boca, quizá una raspa de pescado no demasiado seca, quizá algo con lo que alimentar su ego. Que maullaban a la luna y ésta los ignoraba, demasiado lejana y fría como para haber aprendido a escuchar. Nosotros, que pasábamos las tardes sobre las colinas de algún barrio, mirando los atardeceres que se repetían cada día, arrancando la hierba que crecía a nuestro al rededor, hechando raíces en el suelo de tanto estar tumbados. Nosotros que nada conocíamos ni nada nos preocupaba, que nos creíamos dueños del mundo porque el mundo se nos dibujaba azul. Nosotros, que de tanto querernos se nos gastaron las manos, que dejamos nuestras huellas pegadas al colchón. Y de nada sirvió, de nada. Notros que nos estrellamos, nosotros que nos cegamos por el todo, por esa sensación que nos hacía gritar y apartar todo lo que no nos sirviera. Nosotros que del golpe nos rompimos, nos separamos, nos quedamos sin fuerzas para hablar. A nosotros, que nos faltaron las palabras, que aceleramos tanto que cuando paramos el mundo se vino abajo. Creamos un motor que movía nuestras vidas, pero explotó, como todo lo que creíamos indestructible hasta el momento. A nosotros, que tanto nos costó soltarnos, que casi morimos en el intento. A nosotros, porque todabía hoy se pueden ver los jirones de vida que dejamos por el camino, el rastro sobre la nieve del que ya ni nos acordamos.

http://www.youtube.com/watch?v=pmHf1ot76Js

Dándonos más besos que estrellas saldrán hoy, así pasaba todo el día, haciendo un pulso cabeza y corazón..

sábado, 9 de abril de 2011

El origen de mis dudas.

Y se me cae el alma a los pies, la arrastro por el suelo, la piso, la mojo en champán. Un brindis por este surco que deja y se sujeta a mis tobillos. ¿Lo ves? No se quiere ir, ni desaparecer, no quiere que se vuelque la copa en la que bucea ni que exploten sus burbujas. Y por eso va mojando el suelo, empapándolo de miel, mientras la luna lo observa y se pregunta si servirá de algo. Lo acaricia con la mirada, tan lejana, con esa belleza distante y dolorosa, empañada de noches sin sueño. Los ojos cubiertos de estrellas, la ocuridad mas ciega que nunca se guarda lo que piensa para sí, y lo deja estar. Y mientras mi orgullo se tambalea sobre mis dedos, buscando ese equilibro que se desvanece poco a poco, rajando con sus dudas toda esa frialdad que añoro. Pero sonríe. Sí, sonríe, porque ante todo va a hacerte creer que esta bien, que nada le afecta. Ni el viento que lo empuja de un lado a otro, ni las ideas que rompen su cabeza sin cesar, ni las mareas que lo arrastran. Orgullo. Sin prejuicio. Tan sólo una roca en la inmensidad del mar. Un punto en mi cabeza que mantiene la razón por encima de todo, aunque caiga y se haga añicos, aunque no sepa ni por dónde empezar. Pero la noche sigue ahí, inmune, tambaleando el mar y cantando junto a las siernas. Desprendiendo ese olor a sal, mientras desde la orilla mis manos acarician la tierra y hunden los dedos en la arena, con mi orgullo sobre ellos y un rastro de ideas que no me dejan en paz. 

viernes, 8 de abril de 2011

Las cosas claras. El chocolate espeso.

http://www.youtube.com/watch?v=s-KAvPbO8JY
Give me love, oh give me life.

Toma. ¿No era esto lo que querías, por lo que estabas suplicando? ¡Pues aquí está! Cógelo o lárgate, pero no me dejes a medias. Ni se te ocurra dejar las frases a medio hacer, las palabras incompletas, porque eso no va conmigo. No, las cosas no funcionan así. Y después de tanto tiempo aun no has aprendido a conocerme, y no digo conocerme, sino sólo aprender. ¿Tanto te cuesta entender que soy libre? Nada de verdades que esconden algo más, nada de dar las cosas por hecho, nada de reproches de los que luego te puedas arrepentir. Porque si me voy, sabes que no voy a volver. Sabes que soy así... porque lo sabes, ¿no? Los estragos que nos deja la pasión, los momentos de después. Casi creo que noto tu aliento en la nuca rozándome la piel, que te agarras a mi cuello y con tal de no caerte, lo aprietas, sin saber que yo nunca te dejaría caer, que si me aprietas lo único que consigues es ahogarme. Y no respiro, y asi no puedo sostener a nadie. El problema esta cuando gritas en mi oido para hacerme escuchar, sin darte cuenta de que con apenas un susurro en la otra mitad del mundo podría oirte, sin callarte, cuando sabes que con que tan sólo muevas una hoja sobre el mar, sabre que el rastro de ondas que deja es el contorno de tus dedos. De esas manos que me acariciaban la espalda en las tardes de verano. De esas que tanto han tocado, que han hablado solas tantísimas veces. ¿Y ahora? ¿Qué queda? Nada... y me da pena, sí, tanta que cada vez que lo pienso se me para el pulso un segundo, las venas me aprietan y el pecho se me llena de agua que hace olas en mi interior. Y arrasa con todo, con tus recuerdos, con los mios, con mis ganas de seguir. Y todo porque un día me ahogaste tanto que aun noto tus dedos apretándome la garganta. Tanto que cada vez que te pienso se me hace un nudo entre los mismos y éstos sólo saben arañar y romperlo todo.
Mientras silvo entre el viento, y le cuento todo esto, mientras silvo entre los árboles, y me pierdo una vez más.